viernes, 1 de mayo de 2009

Fly away from here

Ayer fue uno de esos días grises, húmedos y lúgubres. El cristal vibraba con el ralentí del motor del autobús, que emitía un rumor grave que cosquilleaba desde la planta de los pies, como la respiración de un viejo gigante adormecido, a la espera del momento preciso para continuar la ruta. La lluvia golpeaba silenciosa en la ventana, distorsionando la visión de una ciudad bulliciosa, sucia y egoísta, tan gris y oscura como el cielo que la cubría.

Los cinco minutos que cada día el autobus pasa detenido en esa parada, a la espera de gente rezagada que aparece corriendo por la boca de metro como si fuese escupida de las entrañas de la tierra, se hacen siempre interminables, sin un paisaje que se deslice por la ventana, fugaces imágenes que pasen sin ser vistas mientras la mente se filtra, evasiva, más allá del cristal del autobús. En esa espera me encontraba, con la mirada fija en el asfalto, cabeza apoyada en el cristal, subiendo más el volumen del reproductor para evitar que la del bombo -mujer sesentona de cháchara inagotable, voz estridente y regulador de tono atascado en su posición máxima, record guiness en ponerte la cabeza como un bombo- me estropease "Fly away from here", en la que Steven Tayler iba desgranando verso a verso una historia de nuevos comienzos:

We'll just fly away from here
Our hopes and dreams are out there somewhere ...

Que pedazo de canción. Y la otra a grito pelado. El ambiente estaba cargado, olía a humedad, sudor y mala leche. Caras largas, cansadas, hastiadas de la rutina diaria, del trabajo, de caer en la cuenta de que encima tenían que estar agradecidos por tener uno. Desvié de nuevo la vista al exterior, pensando en como cada día odio más a la gente, a esa marea gris en la que uno tiene que navegar capeando el temporal como buenamente puede. A media docena de metros un autocar repleto de chavales, ya acomodados en sus asientos, ultimaba preparativos para algún tipo de viaje. Subí instintivamente el volumen del reproductor al pensar en el jaleo que tendría que reinar allí dentro. Pero después de un rato observando me di cuenta de que esos chicos se comportaban de forma extraña. Algunos no se movían en absoluto, mirada perdida, mente ausente. Otros se balanceaban adelante y atrás mecánicamente. Unos pocos reían mientras miraban al techo, viendo en él algo que se escapaba a la percepción de los demás. Sus rostros se dibujaban extraños en el cristal perlado por la lluvia, como si sus deficiencias mentales hubiesen dejado profunda huella también en su físico.

De pronto entre ellos apareció una monitora joven, pelo recogido en una amalgama de rastas y una anchísima sonrisa en el rostro. Se acercó a una niña que, con la cabeza pegada al cristal como yo, se mantenía completamente inmóvil y ausente. La monitora entonces le dijo algo a la niña con una dulzura tal, que fue como si un pequeño rayo de luz se hubiera abierto paso a través de las nubes. Lástima, pensé, que esa niña se hallase aislada en su mundo, siempre ausente, perdida en un lugar donde el transcurrir del mundo exterior le era indiferente. Me perdonaréis mi ignorancia sobre el tema, pero estaba convencido de que esa niña autista estaba muy lejos de ese autocar. Pero para mi sorpresa un atisbo de sonrisa asomó en su boca entreabierta. Y cuando de nuevo la monitora le dijo algo -dame un beso leí en sus labios-, la niña se giró lentamente, como si mover su cuerpo le costase el rescate de un rey, y acabando de esbozar una sonrisa acercó sus labios a la mejilla de la monitora, despacio, hasta apenas rozarla.

Entonces por un momento tuve la tentación de salir de allí y correr hasta donde estaba la chica de las rastas, para acercame a ella, cogerle el rostro entre las manos y plantarle un beso en los morros, muack, y decirle antes de que me cruzase la cara y me echasen a patadas del autocar: Gracias.

4 comentarios:

  1. hola Alex darte las gracias por tu historia bravo por tu sensibilidad!!!!! y otra vez aunque te hechen del bus ,te arriesges a una torta dale un beso ,para que nunca olviden que su trabajo es maravilloso que seguramente y a pesar del poco salario que reciben vuelven a casa llenas de amor y que nosotros los que vamos inmersos en la marea aunque sea por un breve instante les damos las gracias por ello

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  2. Gracias por leerte la historia Mª Jose!! Lo que si otro día me arriesgo puede ser que me echen del autobús y luego mi pareja me eche de casa XDD
    Tal como dices, este escrito es un pequeño homenaje a toda la gente que da lo mejor de si para ayudar a los que lo necesitan.

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  3. me encanta cuando leo una historia q consigue que "viva" lo que estoy leyendo... asi que con todo el respeto del mundo por una señorita que yo me se, desde aqui te mando un besazo y un "gracias" enorme a ti tambien!

    Bego

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  4. Caray, hacia tiempo que no leia algo tan bonito.
    Gracias

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